BÁCULO Y GUÍA PARA MANEJARSE DECENTEMENTE POR LA MITOLOGÍA PENAL CONTEMPORÁNEA

jueves, 16 de noviembre de 2006

la transformación del modelo de Estado


Comentábamos en clase, hace algunos días, que el actual modelo de Estado, legitimado en cierta medida por su búsqueda casi patológica de seguridad, se encuentra en esta labor con un serio hádicap. Porque, ya sea por falta de medios o, más frecuentemente, porque el rigor policial siempre genera una sensación de represión que suele tener consecuencias electorales negativas, gran parte de los estados democráticos occidentales -y nosotros entre ellos- encuentran serios problemas para hacer cumplir sus propias leyes de seguridad. Así pues, a falta de eficacia a la hora de poner orden, una solución vicariante -decíamos- es incrementar la carga normativa y punitiva. En lugar de impedir por medios preventivos informales que alguien conduzca bajo los efectos de bebidas alcohólicas, metamos en la cárcel –y perdóneseme la exageración- a los pocos que consigamos pillar al volante con más de una cerveza en el cuerpo. Y algo parecido ocurre también con ciertos delitos contra la propiedad: ante la ineficacia para prevenirlos, se opta por aumentar la carga punitiva como único medio de calmar el malestar general y el desconcierto de la población.

El efecto electoral de este tipo de medidas puede ser positivo, ya que la promulgación de leyes mejora la imagen de productividad y orden que proyecta el gobierno, a diferencia de las acciones encaminadas a hacerlas cumplir, que trasmiten sensación de represión y falta de libertad. Pero el resultado, sin embargo, es un grave incremento en la arbitrariedad del castigo. Las penas dejan de ser proporcionadas, y su aplicación depende de la mala suerte del infractor o criminal. Algo equivalente, y permítaseme de nuevo el símil, a sustituir los sueldos por la lotería.

Iria Gómez Traveso escribe un magnífico y clarificador comentario a este respecto.

“En relación a lo debatido en clase acerca de las multas de tráfico, me gustaría comentar algunos aspectos. En primer lugar, al margen de si las medidas adoptadas últimamente -como es el carnet por puntos- me parecen correctas o no, es sabido por todos que la imposición de una serie de multas no funciona al cien por cien como mecanismo para la eliminación de las infracciones de tráfico.

Como nota introductoria me gustaría comentar algunos aspectos clave. En primer lugar, para implantar, modificar o eliminar una conducta cualquiera hay que identificarla lo más objetivamente posible, eliminando, así, interpretaciones subjetivas propias. Para analizar esa conducta seguiremos este patrón:

Estímulo - Respuesta - Consecuencia

La respuesta es la conducta emitida, los estímulos todo lo que precede a esa conducta (antecedentes) y las consecuencias lo que sigue a la conducta (consecuentes).

De tal forma que nuestra conducta depende de las consecuencias que siguen a la misma: intentamos conseguir consecuencias agradables y evitar aquellas consecuencias que son desagradables para nosotros. Por lo tanto, tenderemos a repetir aquellas conductas que vayan seguidas de consecuencias positivas y disminuiremos la frecuencia de las conductas que tengan consecuencias negativas.

Un segundo aspecto es que, para enseñar una conducta deseable, comenzaremos con un programa de reforzamiento continuo, es decir, cada vez que aparezca la conducta se refuerza, y más adelante, para mantener la conducta que estábamos intentando implantar, pasaríamos a un programa de reforzamiento intermitente; es decir, se refuerza sólo de vez en cuando la aparición de dicha conducta.

Por otro lado, desde un punto de vista psicológico, las multas actúan siendo un coste de respuesta -es decir, que si realizas una determinada conducta (por ejemplo superar el límite de velocidad) tendrás que realizar otra conducta (como por ejemplo pagar una multa)-. El coste de respuesta se refiere a la pérdida de un reforzador positivo (en este caso, dinero) contingentemente a la realización de la respuesta no deseada, e implica normalmente una penalización.

Este procedimiento es una técnica de castigo. El castigo consiste en que tras una respuesta o conducta aparece un estímulo aversivo o punitivo (castigo positivo) o la retirada de un refuerzo positivo (castigo negativo). Un ejemplo del castigo positivo sería dar una bofetada a un niño cuando se porta mal, y un ejemplo del castigo negativo serían las multas de tráfico. Por lo tanto, el castigo es una técnica de reducción de la frecuencia de conductas no deseadas.

Estos estímulos que se aplican tras la conducta no deseada pueden ser primarios o secundarios; los primarios se denominan también innatos y son biológicamente desagradables, un ejemplo sería una descarga eléctrica o una bofetada. Los secundarios o aprendidos son eventos que se relacionan con estímulos primarios, y un ejemplo de ellos sería el dinero.

Para que el castigo sea eficaz debe tener una serie de características:

  • Intensidad del castigo: cuanto más intenso sea el castigo mayor será la supresión de la conducta que queremos eliminar. Por ejemplo una multa de tráfico cuantiosa frente a una cantidad de dinero ridícula.
  • Duración del castigo: a mayor duración del castigo mayor efecto. Por ejemplo la retirada del carnet de conducir durante 6 meses frente a la retirada del carnet durante una semana.
  • Demora del castigo: es decir, el tiempo que tarda el castigo en ser aplicado tras le realización de la conducta no deseada. Para que sea más efectivo el castigo, debe aplicarse inmediatamente después de la realización de la conducta que queremos suprimir, en este caso, las infracciones de tráfico. Por ejemplo, si excedes el límite de velocidad es más eficaz que la sanción se te imponga en el mismo momento en que has cometido la infracción.
  • Programa del castigo: para que sea efectivo el castigo, la razón debe ser de uno a uno, es decir, siempre que aparezca la conducta debe aparecer el castigo; si se castiga sólo de vez en cuando va a ser muy difícil suprimir la conducta ya que se trataría de un programa de reforzamiento variable (comentado más arriba). Por lo tanto, cada vez que una persona cometiese una infracción de tráfico, para que el castigo fuese eficaz al cien por cien, debería ser castigada en la totalidad de los casos.
  • Motivación: hay respuestas más fáciles de castigar que otras en función de la motivación de sujeto; está claro que las personas somos más complicadas que lo dicho anteriormente, por tanto, la motivación juega un papel fundamental en la regulación de todo lo anteriormente dicho.

En este sentido, antes de aplicar el castigo, la persona debe conocer cuáles son las conductas que van a ser sancionadas y cuál el castigo que se le va a imponer por realizarlas. Así mismo, el coste que se le va a aplicar debe ser mayor que los reforzadores que obtiene esa persona cuando emite la conducta indeseada, es decir, que si le sale más rentable a la persona pagar la multa que le imponen muy de vez en cuando por la comisión de una determinada infracción de tráfico que la no comisión de dicha infracción, seguirá infringiendo la norma de tráfico.

Por último, el castigo tiene una serie de ventajas conocidas por todos como son su efecto inmediato sobre la conducta y una larga duración del efecto, especialmente si se combina con el reforzamiento de las conductas que sí son adecuadas (no sólo castigar lo que está mal, sino también reforzar lo que está bien); y además se consigue la reorganización de dicha conducta. Sin embargo también tiene una serie de desventajas importantes, entre las cuales se da la aparición de conductas emocionales como por ejemplo la agresividad ante la imposición de una multa."

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