No es cuestión de arrogarse profecías cumplidas, pero hemos dicho muchas veces que ante la impotencia del Estado para consiguir resolver el avance imparable de la insolidaridad, la delincuencia y el individualismo militante y violento, más tarde o más temprano se recurriría al Código Penal.
Nuevos sistemas de control social heterogéneos (publicidad agresiva, reglas de éxito social, capitalismo consumista) no tienen contrapeso en los tradicionales sistemas de vigilancia (familia, educación escolar en valores, religión), por lo que el individuo se ve más motivado a realizar comportamientos placenteros y egoístas que a preguntarse por el fondo moral de esas acciones.
"Veremos en pocos años cómo el exceso de velocidad se castiga con pena de prisión", dije en clase hace tan sólo unas semanas... Pues bien, me equivoqué. Será en pocos meses.
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